Jugar con
arena y agua
Jugar con arena proporciona al niño numerosas experiencias
perceptivas.
Los niños aprenden los conceptos de frío/caliente,
fino/basto, seco/mojado, vacío/lleno.
Es muy fácil crear un pequeño arenal donde
el niño tenga arena suficiente para jugar sin que
se desparrame demasiado: un cubo no muy alto, un barreño
o incluso un neumático viejo servirán.
Proporciónale agua para que pueda mezclarla con la
arena. Botes vacíos de mantequilla, alguna lata de
crema, una botella cortada por la mitad, unos cubiertos
viejos, además de los consabidos cubos, palas y rastrillos...
son las herramientas necesarias para jugar con la arena
y el agua.
Descubre
a tu niño cómo puede hacer diferentes formas
sobre el barro con un bote vacío, cómo se
puede dibujar con los dedos, cómo formar un pequeño
recipiente de barro que podrá llenar con agua. A
los niños les encanta clavar en la arena palitos
o lapiceros, y formar figuras con ellos. También
se presta para los juegos simbólicos: se puede jugar
a preparar comidas, a servirlas y a limpiar los cacharros
después.
¿Cómo evitar que se ensucien demasiado y que
los más pequeños no se coman la arena?: al
principio, con los niños más pequeños,
será necesario que tú les enseñes a
jugar con la arena y el agua. Juega tú con ellos
y pronto te imitarán. Si se tiran arena entre ellos
debes atajar estas conductas inmediatamente. Ponles una
gorra para que no se les llene el pelo de tierra. Y a la
hora de recoger, si no estás en el parque sino en
la terraza o el jardín: ¿no puede ser otra
actividad interesante utilizar la escoba y el recogedor
para la arena que ha caído en una zona de baldosas?
Jugar a lavar cosas
A los niños de dos años les puede encantar
lavar diferentes objetos y contemplar cómo cambian
de aspecto cuando están mojados y cuando se van secando
progresivamente: piedras de diferentes formas, colores y
texturas; algún juguete de plástico; un trozo
de tela; la ropita de un muñeco o su propia ropita;
el coche de papá y mamá; el plato y el vaso
con el que el niño come...
Recuerda que a los niños les gusta hacer “cosas
de mayores”.
Jugar a llenar
Rechazando los tarros de cristal y todos aquellos con bordes
cortantes, o los que se puedan romper... muchos de los botes
que habitualmente se tiran en casa pueden servir para jugar
con agua si se limpian y preparan convenientemente: un tetra-brik
o una botella de plástico cortados por la mitad,
la tapa de un bote de spray, el bote de un carrete de fotos,
un bol de plástico, un embudo...
No le des muchos recipientes a la vez,
pues se puede desorientar ante tantos estímulos.
Puedes intervenir para introducir modificaciones, para variar
la altura desde la que cae el agua y así producir
diferentes sonidos. Puedes plantearle retos: ¿a ver
si puedes llenar este tarro utilizando solo una esponja?
Aprovecha para enseñarle los conceptos
de lleno/vacío, de grande/mediano/pequeño,
los colores... Para llenar los recipientes de otra forma
puedes utilizar un bote de plástico como regadera
agujereando la base.
Cuidando las plantas de casa
Otra forma de “jugar” con agua es “jugar
a los jardineros”. Pídele al niño que
te ayude a cuidar las plantas que haya en casa, que te ayude
a regarlas, a quitar las hojas estropeadas o secas, a limpiar
el polvo de las hojas.
Muchos de los botes que utilices para jugar pueden servir
como “herramientas de jardinería”.
Pistolas
de agua
Esta actividad requiere que el niño haya adquirido
cierta destreza manual, por lo cual es recomendada a partir
de los 12 meses. Dejemos a un lado todas las “armas
de agua” que se comercializan por esta época
y su habitual uso. Bastará con una pera de goma,
o incluso un bote de colirio para los ojos o uno de ketchup,
para obtener un juguete que fascinará a nuestro bebé.
Empieza enseñándole cómo se pueden
hacer burbujas si se aprieta dentro del agua, y luego, cómo
se puede utilizar para verter el agua en otros recipientes,
o para mojar las cosas.
Sonajeros de agua
Otro objeto que puede resultar fascinante para el bebé
es una simple botella de plástico transparente muy
bien cerrada (incluso con el tapón pegado), la cual
llenaremos con agua hasta un tercio de su capacidad y el
resto de aceite.
El agua puede colorearse con colorante alimenticio o con
acuarelas y se le puede añadir unas gotas de jabón;
el aceite puede ser de girasol, de oliva o el aceite corporal
de los bebés.
Cuando los niños agiten la botella se producirán
un montón de burbujitas de colores que seguro les
llaman la atención.
También se pueden meter dentro de la botella algunos
materiales: garbanzos, lentejas, granos de maíz,
unas piedrecitas, o cualquier otro objeto pequeño.
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