La falta del hierro

La falta del hierro

El hierro es muy importante para nuestra salud, la falta de este mineral puede hacernos sentir, decaídos, mareados y en algunas ocasiones nos pueden llegar a dar desmayos inesperados.

Los niños, los deportistas, las mujeres embarazadas y las madres durante la lactancia tienen unas necesidades mayores de hierro que el resto de las personas. En los niños, esto sucede por estar en época de crecimiento y realizar un mayor gasto de energía; en los deportistas, la razón reside en el mayor consumo de energía y el desgaste físico debido a la práctica deportiva, y en las embarazadas y las lactantes por el incremento obligado de las necesidades de nutrientes en general para el correcto desarrollo del bebé.La deficiencia de hierro en estos tres grupos de personas suele deberse a una alimentación insuficiente en hierro que no les aporta la cantidad mínima necesaria que en concreto precisan.

Las personas estrictamente vegetarianas también pueden padecer la anemia ferropénica por privarse voluntariamente de la carne, que es un alimento clave para un correcto aporte diario del hierro. En el resto de las personas, sin embargo, la causa de que se establezca una deficiencia de hierro suele ser una pérdida de sangre excesiva, ya sea periódica o momentánea, que la médula ósea no es capaz de compensar por completo. Las mujeres en edad fértil con menstruaciones prolongadas o abundantes, y sobre todo si son fumadoras, son especialmente proclives a esta pérdida excesiva de hierro.

Las hemorragias sostenidas pero inadvertidas de cualquier tipo, pero principalmente las digestivas, por lesiones de la mucosa digestiva como la úlcera gastroduodenal u otras, o las debidas al sangrado de tumores ya sean benignos (pólipos intestinales) o malignos (cáncer de colon, etc.) son también otras causas posibles de la pérdida de hierro, sobre todo en ancianos. Por ello en el diagnóstico de la anemia es muy importante que se establezca claramente la causa concreta de la pérdida de sangre, para descartar así aquellos procesos graves (tumores, hemorragias digestivas...) en los que sea imprescindible el tratamiento de la causa y en los que la anemia no sea más que una consecuencia añadida de la enfermedad de base.

Otra causa del déficit de hierro se encuentra en la mala absorción digestiva del mismo. Esto ocurre en algunas enfermedades menos frecuentes como son la enfermedad celíaca (atrofia intestinal por intolerancia al gluten), la enfermedad de Crohn (enfermedad inflamatoria del intestino), o la aclorhidria (deficiente secreción de jugo acido-péptico por el estómago), así como en algunos pacientes gastrectomizados (extirpación de una parte importante del estómago).

¿Cuáles son los síntomas de la anemia por déficit de hierro?

La anemia ferropénica suele tener una forma de evolución crónica, de manera que, por lo general, el organismo va teniendo tiempo para ir poniendo en juego ciertos mecanismos compensatorios de la anemia que impiden que el problema se muestre de modo evidente desde el principio. Por ello, los síntomas de este tipo de anemia no suelen aparecer en la persona hasta que el nivel de hemoglobina no es muy bajo, de 9 g/dl o menos, cuando el nivel normal es superior a 11 g/dl en cualquier persona.

Llegado a este punto la persona adquiere un aspecto pálido y presenta gran tendencia a la somnolencia, sobreviniendo con ello una sensación continua de cansancio y una menor tolerancia al esfuerzo físico. Si la anemia se agrava pueden surgir palpitaciones (sensación desagradable del latido cardiaco), mareos, claudicación intermitente (dolor en las piernas al andar por insuficiente riego sanguíneo), insuficiencia respiratoria e incluso angina de corazón (dolor por sufrimiento del corazón parecido al del infarto).

Pero antes de todo esto existen ciertos signos y síntomas que van apareciendo en algunas personas que sufren este tipo de anemia como son: la caída más profusa del cabello y una mayor fragilidad del mismo, así como de las uñas, las llagas en los labios y la boca, la inflamación de la lengua (glositis) y la mucosa de la boca (estomatitis), la sequedad de garganta y con ello también la dificultad para tragar los alimentos. Puede darse también la "pica" (tendencia compulsiva a ingerir un tipo específico de alimento, como el regaliz, o el hielo, etc.)

Cuando la evolución de esta anemia es prolongada pueden irse produciendo cambios anómalos y permanentes en la mucosa del esófago (síndrome de Plummer-Vinson) que pueden servir de asiento en el futuro a lesiones de tipo canceroso.

¿Cómo diagnostica el médico la anemia por déficit de hierro?

La mejor herramienta para diagnosticar una anemia, independientemente de que el médico sea capaz de identificar los signos descritos anteriormente característicos de esta enfermedad, es un análisis de sangre elemental con un hemograma (análisis de la cantidad de hemoglobina y de recuento y clasificación de todas las células sanguíneas). Se diagnostica anemia cuando la cifra de hemoglobina se encuentra por debajo de 12 g/dl en la mujer y de 13g/dl en el hombre. En la anemia por déficit de hierro los glóbulos rojos son más pequeños y pálidos al microscopio, y de más variado tamaño.

Finalmente y para confirmar el diagnóstico definitivo es preciso realizar un análisis de estudio del hierro en el organismo (niveles de hierro en sangre, de transferrina, de ferritina, etc.) con el que constatar su déficit.


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