Suministro de energía a las células

Suministro de energía a las células

El cáncer podría tener el mismo origen metabólico que la obesidad y la diabetes.

Hasta ahora se pensaba que las células tumorales consumían más energía que las sanas debido a que se dividen mucho más rápidamente. Sin embargo, una investigación española aporta nuevos datos que podrían darle la vuelta a la tortilla. Según publica esta semana la revista 'Nature Reviews Cancer', las alteraciones metabólicas no son una consecuencia del cáncer, sino que podrían ser la causa del tumor.

Como explica a elmundo.es Javier Menéndez, coordinador de la Unidad de Investigación Traslacional del Instituto Catalán de Oncología (ICO) en Girona y principal autor de esta investigación, este estudio aporta nuevos datos a un debate que se inició hace casi un siglo y que ha estado un poco olvidado por parte de la comunidad científica.

Las pruebas radiológicas, por ejemplo, emplean la glucosa para marcar las células cancerosas porque se sabe que éstas la consumen en grandes cantidades y permite 'verlas' con más facilidad. "Sin embargo, nadie ha pensado que, al contrario, esa alteración del metabolismo de los ácidos grasos pueda ser una causa y no una consecuencia".

En trabajos de laboratorio con células de mama sanas, el equipo de Menéndez ha logrado reconstruir el proceso tumoral, remontarse a la fase en la que las células empiezan a dividirse anómalamente. "En ese momento", explica el investigador, "las células malignas viven en unas condiciones de estrés ambiental, les falta oxígeno, el medio que les rodea es muy ácido...".

Convertir los azúcares en ácidos grasos
En ese medio hostil, las células cancerosas son capaces de activar una enzima que les permite seguir siendo metabólicamente independientes. Es decir, seguir nutriéndose. Esa enzima es la sintasa de los ácidos grasos (SAG), una proteína capaz de convertir los azúcares de la dieta en ácidos grasos, en grasa endógena.

En las personas sanas, la mayoría de los tejidos prefieren utilizar los ácidos grasos que provienen directamente de la dieta (exógenos), y por tanto la actividad de la enzima SAG es muy baja. "Sólo en la lactancia se activa SAG de manera controlada porque el niño necesita ácidos grasos en esa etapa de su vida y la glándula mamaria se encarga de producirlos", añade Menéndez.

En sus trabajos con cultivos celulares, Menéndez y los suyos observaron que con sólo activar esa enzima en células sanas de la mama bastaban unas pocas horas para que se 'despertasen' una serie de genes claves en el proceso tumoral, como el conocido HER2. "Estamos muy lejos aún de disponer de fármacos muy específicos, capaces de actuar contra SAG cuando éste se descontrole", admite el investigador, "pero sí sabemos que en el caso del cáncer de mama hay algunos subtipos de tumores que son muy lipogénicos". Es decir, muy dependientes de los ácidos grasos y de esta vía metabólica.

Además, reconoce que uno de los puntos más interesantes de este trabajo es que abre la puerta a utilizar fármacos que ya están en el mercado, contra la obesidad o la diabetes tipo 2, para luchar contra el cáncer de mama en combinación con otros antitumorales. "Lo mires por donde lo mires", apunta, "los ácidos grasos tienen un papel clave en el origen del cáncer". Bien sean los de tipo exógeno, como ya se ha demostrado al relacionar una dieta rica en grasas con mayor riesgo tumoral; o bien los de tipo endógeno, como apunta este estudio.

De hecho, Javier Menéndez, que ya demostró el potencial anticancerígeno del aceite de oliva sospecha que las grasas 'buenas' de este ingrediente, en realidad funcionan engañando a SAG. Es decir, "el ácido oleico del aceite de oliva apaga esta factoría y les dice a las células malignas que no utilicen los ácidos grasos endógenos, sino esta grasa exógena, que es buena".




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