Importancia de los minerales

Importancia de los minerales

Nutrientes esenciales para el organismo, ayudan a regular los líquidos, las contracciones musculares y a mantener huesos y dientes.

Como las vitaminas, los minerales ayudan a activar o regular una gran cantidad de reacciones químicas que se dan en forma continua: regulan el balance de líquidos, las contracciones musculares, la transmisión de los impulsos nerviosos, la coagulación de la sangre, el mantenimiento de huesos y dientes y la formación de la sangre.
Aunque sólo constituyen un 4% del peso corporal, los minerales son muy importantes. A diferencia de las vitaminas, son sustancias inorgánicas y no pueden ser destruidas por el calor ni por otros procesos relacionados.
Algunos ejemplos de su utilización son:

El hierro es parte de la hemoglobina (sustancia que transporta oxígeno en los glóbulos rojos).
El iodo es parte de la hormona tiroidea.
El cobalto es parte de la vitamina B12.
Los minerales son también "cofactores" de enzimas que controlan las reacciones corporales.

La carencia de minerales se produce porque la ingesta de alimentos que los contienen no alcanza a cubrir los requerimientos diarios (esto ocurre cuando se consumen preferentemente alimentos refinados y procesados). Esto se resuelve en parte mediante un "enriquecimiento" o "fortificación" con cereales y lácteos.

Tipos de minerales


Son aproximadamente veinte los principales minerales que cumplen un rol importante en las funciones orgánicas. Hasta los que se necesitan en cantidades mínimas tienen influencia en la prevención de problemas de salud.

Macrominerales:
son los que se necesitan en mayor cantidad. Se incluyen el calcio, fósforo, potasio y magnesio, azufre, sodio y cloro.
Microminerales o minerales "traza"
: son necesarios en cantidades mínimas. Incluyen el hierro, zinc, cobre, iodo, flúor, cromo, cobalto, selenio, manganeso y molibdeno.

Interrelación de los minerales y las vitaminas


Además de actuar directamente en el organismo, los minerales y las vitaminas se refuerzan entre sí. La vitamina C ayuda a que el cuerpo absorba mejor el hierro, por ejemplo, y la vitamina D hace lo propio con el calcio y el fósforo.
La interacción es tan compleja que se necesitan cuidadosos análisis para evaluar las necesidades del organismo. El cuerpo sólo puede proveer dos vitaminas por su cuenta: la D y la K. La primera se produce a nivel de la piel con la exposición a la luz solar y la K es sintetizada por las bacterias intestinales


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