El té negro y el té verde se obtiene de la misma especie de arbol, la diferencia radica en el método de preparación. En el caso del té negro las hojas se secan, se dejan fermentar y se vuelven a secar. En el té verde solo se seca, sin dejarlo fermentar.
Posee polifenoles, que tienen acción antioxidante y protegen de los radicales libres; reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares; es astringente, así que es bueno tomarlo en caso de diarrea; es diurético (aumenta la producción de orina); es estimulante ya que contiene cafeína, que contribuye a despejar la mente y despertar el organismo (en cantidades moderadas).
Según un estudio británico reciente gracias a los polifenoles que contiene estimulan la secreción de insulina del páncreas y por tanto ayudan a que se regulen las concentraciones de azúcar en sangre.
Cualquier hora del día es un buen momento para tomar una taza de té negro y disfrutar de su intenso aroma y sabor. No obstante, los amantes de esta bebida han de saber que su empleo en diferentes recetas hace que los platos ganen en sabor y que adquieran aromas sorprendentes.
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