La quemadura solar
es la manifestación visible de la respuesta inflamatoria
desencadenada por la excesiva exposición de la piel
a los rayos ultravioleta (UV) solares.
El espectro solar está formado
por tres tipos de radiaciones que interactúan con
la piel: los rayos ultravioleta (5%), la luz visible (45%)
y los rayos infrarrojos (50%). De los tres tipos de rayos
ultravioleta (UVA, UVB y UVC), sólo llegan a la Tierra
los UVA y UVB, ya que los UVC son interceptados por la capa
de ozono. Los UVB se asocian con las quemaduras solares
y son los responsables más directos del cáncer
de piel. Alcanzan su mayor intensidad entre las 11 y las
16 horas y en el verano.
Los UVA son los responsables del
bronceado sin enrojecimiento previo, pueden causar envejecimiento
cutáneo prematuro y están implicados en las
reacciones de fotosensibilidad producidas por fármacos.
Su intensidad se mantiene estable todo el año y todo
el día. Penetran en la piel más profundamente
que los UVB. Además, se acumulan en la piel y potencian
la acción de los UVB.
Ciertas características de la piel del niño
hacen que sea más vulnerable a la acción del
sol: la capa córnea es más fina, la producción
de melanina no está suficientemente desarrollada
y las defensas contra los radicales libres son menores.
El hecho de que una persona se queme o
se broncee depende de varios factores, como el tipo de piel,
la estación del año y la cantidad de irradiación
ultravioleta que ha recibido previamente. Existen
cinco fototipos cutáneos:
Tipo I (extremadamente sensible):
siempre se quema, nunca se broncea.
Tipo II (muy sensible): se quema
con facilidad, se broncea mínimamente.
Tipo III (sensible): se quema
moderadamente, se broncea de forma gradual y no muy intensa.
Tipo IV (mínimamente sensible):
es raro que se queme; se broncea bien e intensamente.
Tipo V (no sensible): no se quema
nunca.
Protectores solares
El factor de protección solar indica
el número de veces que el producto fotoprotector
aumenta la capacidad de defensa natural de la piel; así,
un factor de protección 15 indica que, tras aplicarlo,
se puede permanecer expuesto al sol hasta 15 veces más
que sin protección antes de que aparezca lesión.
Se debe utilizar un protector solar específico
para los niños y no los productos de los adultos.
Los protectores solares infantiles deben estar compuestos
por filtros físicos; hay que evitar en lo posible
los que contengan filtros químicos, pues producen
con gran frecuencia alergia de contacto cuando se aplican
sobre la piel.
El producto fotoprotector tiene que aplicarse
sobre la piel seca media hora antes de la exposición
al sol. Se ha de repetir la aplicación cada dos a
tres horas o después del baño para compensar
las posibles pérdidas por inmersión en el
agua, la fricción con la arena, el roce con la ropa,
el sudor, el secado con la toalla, etc. Sin embargo, no
ha de asumirse que la aplicación repetida aumente
la eficacia protectora.
El periodo de eficacia de los protectores
solares depende del factor de protección del filtro
solar y del fototipo de la piel del niño. Se debe
utilizar un producto con un factor de protección
de 20 como mínimo (30 si el niño tiene un
fototipo más sensible), que ejerza su función
de protección tanto frente a los UVB como los UVA
y preferiblemente que sea resistente al agua.
Si la etiqueta del producto no muestra
los términos waterproof o water-resistant, el protector
solar pierde efectividad con el baño. Los primeros
son los más persistentes y protegen incluso después
de 80 minutos de inmersión, mientras que loswater-resistant
aguantan sólo 40 minutos de inmersión, sin
perder su efectividad.
El factor de protección solar permanece
constante si el envase permanece cerrado. Una vez abierto
y terminada la temporada de uso, disminuye la capacidad
de protección del producto, por lo que será
preciso utilizar uno nuevo en la temporada siguiente.
Ningún protector solar proporciona
un 100% de eficacia protectora. Cualquiera de ellos permite
que pase cierta cantidad de radiación.
Para la absorción adecuada de la
vitamina D es suficiente con tomar el sol durante 10 minutos
dos veces por semana, por lo que el uso de productos fotoprotectores
no influye desfavorablemente en el desarrollo óseo
del niño.
|